En el amanecer del cosmos, cuando la creación era un vasto lienzo aun sin pinceladas finales, emergió Ofión, la magnificencia primordial entre los titanes. Encarnando la fuerza y la esencia primigenia, este ser ancestral ocupó el epicentro de un universo en formación, abarcando la vastedad de lo que aún no se había moldeado por completo. Desde su trono, marcó el alba del orden y el poderío, custodiando las esencias primordiales antes incluso del reinado de Cronos o la ascensión de Zeus.
La narrativa de este titán preludia un tiempo cuando el mundo aún estaba en su forja, cuando la fuerza y el equilibrio primigenio regían cada rincón del universo incipiente. A pesar de que su reinado fue efímero, casi instantáneo, de hecho, su legado persiste como un símbolo del origen y la supremacía primordial que esculpió los fundamentos de la existencia. Dicho esto, conozcamos algunos de los detalles más interesantes sobre Ofión en la mitología griega.
El origen indocumentado de Ofión
Entre los fragmentos dispersos de los mitos, se vislumbra un relato donde Ofión y su consorte, Eurínome, desempeñaron un papel preeminente antes del reinado de Crono y Rea. La Heptamychia, una obra atribuida al filósofo Ferécides de Siros, trae a colación este relato primordial. En él, Zas, Chronos (el Tiempo) y Ctonio (de la Tierra) emergen como poderes creadores, con Chronos como el artífice del cosmos. En este relato, se menciona el nacimiento de Ofión y una batalla entre divinidades, donde Crono figura en un bando opuesto a Ofión y sus descendientes. A pesar de un acuerdo final, Ofión y los suyos son relegados al Ogenos, cediendo el dominio celestial al otro bando.
Eusebio de Cesarea cita a Filón de Biblos, vinculando la historia de Ofión y los Ofiónidas a la tradición fenicia. La narrativa también se atisba en la poesía órfica, en fragmentos preservados. En las Argonáuticas de Apolonio de Rodas, se resume la canción de Orfeo que relata cómo Ofión y Eurínome ostentaron el poder en el Olimpo hasta ser desplazados por Crono y Rea, cayendo a las aguas de Océano.
Eurínome es enviada al tártaro
En las Dionisíacas de Nono, Rea se dirige hacia los confines del Océano para compartir el hogar de la primordial Tetis y luego, se menciona que vivirá con Ofión. Aunque se hace referencia a Harmonía, posiblemente sea un error y aluda a Eurínome. Otra fuente agrega un relato sobre un desacuerdo entre Eurínome y Ofión en el que este último se jacta de ser el único creador de todo lo existente. Eurínome, molesta por sus pretensiones, lo arroja al Tártaro.
Sin embargo, pronto se reunirían, cuando Crono y sus hermanos derrocan a su padre y ascienden al Olimpo. En este momento, Eurínome es confrontada por Rea y nuevamente es enviada al Tártaro, donde se reencuentra con Ofión. Un acto que refleja la lucha por el dominio entre deidades primordiales, más específicamente, los dioses olímpicos y los dos titanes primigenios.
Reinterpretación del mito de Ofión
El enfoque de Robert Graves sobre el mito de Ofión y Eurínome en su obra «Los mitos griegos» presenta otro orden de ideas. En esta versión, Eurínome, una diosa suprema, baila sobre las olas y crea a Ofión, una serpiente, que la fertiliza. Juntos, danzan sobre las aguas, y con la forma de la Noche, Eurínome pone un huevo dorado en el agua, en el que Ofión se enrosca para incubarlo. De este huevo surge el mundo y toda la creación.
En esta narrativa, Ofión y Eurínome habitan el mundo desde el Monte Olimpo hasta que la presunción de Ofión desencadena su destierro. Esta historia no solo describe la génesis del mundo a partir de la serpiente y la diosa, sino que también revela un simbolismo profundo sobre la relación entre la creación, la arrogancia y el destino. De esta manera, el acto de empollar el huevo dorado representa el origen de todo lo existente, mostrando a Ofión como una figura primordial en el acto de dar vida.