En este momento estás viendo Andrómaca, una heroína trágica de la Guerra de Troya

Especialmente conocida por su papel durante la Guerra de Troya, Andrómaca es la esposa del héroe troyano Héctor y madre de su hijo Astianacte. Su nombre, que en griego antiguo se traduce como “la que lucha contra los hombres” o “la que vence a los hombres en batalla”, refleja tanto su fuerza interior como el sufrimiento que vivió a lo largo del conflicto. A lo largo de la Ilíada, Andrómaca es la representación del amor conyugal y maternal en medio de la violencia de la guerra, y su trágica historia resalta la devastación que esta causa en las familias.

La descripción de Andrómaca por parte de Dares Frigio resalta su belleza física y sus virtudes: ojos claros, piel blanca, esbelta, hermosa, inteligente y cariñosa, lo que la presenta como una mujer idealizada que, sin embargo, enfrenta el destino más doloroso. La figura de Andrómaca se convierte en un símbolo de los sacrificios que las mujeres deben hacer durante la guerra, entrelazando el amor familiar con el sufrimiento causado por la tragedia y la violencia del conflicto, particularmente al ver a su esposo enfrentarse a un destino fatal y la caída de su ciudad. Con esto en mente, en el siguiente artículo veremos los datos y curiosidades más interesantes de la historia de Andrómaca, dentro de la mitología griega.

Espectadora de la peor de las tragedias

Andrómaca, a lo largo de su vida, fue testigo de algunas de las tragedias más desgarradoras de la Guerra de Troya, pero lo peor de todo fue la pérdida de su familia. Su padre, Eetión, rey de Tebas, y sus siete hermanos murieron a manos de Aquiles durante una expedición de castigo contra los tebanos, quienes habían apoyado a los troyanos. El suicidio de su madre, que no pudo soportar el dolor de perder a toda su familia, siguió a esta devastadora pérdida.

Sin embargo, los horrores no cesaron para Andrómaca. Cuando Troya cayó, la visión de la muerte de su esposo, Héctor, el valiente príncipe troyano, fue un golpe aún más cruel. Como si eso no fuera suficiente, presenció la trágica muerte de su pequeño hijo, Astianacte, también llamado Escamandro, quien fue lanzado desde lo alto de las murallas de Troya por los griegos. Mientras Andrómaca se alejaba cautiva, fue incapaz de salvar a su hijo.

La vida como trofeo de Neoptólemo

Tras la caída de Troya, Andrómaca fue tomada como cautiva por Neoptólemo, hijo de Aquiles, quien la llevó a Grecia y la convirtió en su concubina, al igual que otros prisioneros. Neoptólemo, rey de Ftía, la incorporó a su corte, donde Andrómaca dio a luz tres hijos: Pérgamo, Píelo y Moloso. El último de estos, Moloso, se convirtió en antepasado de los reyes del Epiro, consolidando así una descendencia noble que perduró a lo largo de generaciones.

Las diversas historias de los descendientes de Andrómaca se cuentan en las tragedias de Eurípides, que exploran las complicaciones y luchas de su vida en la corte de Ftía. De hecho, la fertilidad de Andrómaca, quien, a pesar de ser solo concubina, se convirtió en madre de varios hijos, despertó los celos de Hermíone, la reina de Neoptólemo. La reina temía que los hijos de Andrómaca pudieran amenazar su posición en la corte y su descendencia, por lo que intentó matarlos.

Un final feliz para la afligida Andrómaca

Tras la muerte de Neoptólemo a manos de Orestes, Andrómaca vivió un último vuelco en su destino. Durante un viaje a consultar el oráculo de Delfos, alguien estuvo a punto de truncar su vida nuevamente, pero Peleo, el padre de Aquiles y abuelo de Neoptólemo, intervino para salvarla. Peleo, recordando la conexión familiar y la tragedia que había marcado la vida de Andrómaca, la protegió y la ayudó a escapar de nuevas amenazas.

Finalmente, Andrómaca encontró consuelo al casarse con Héleno, hermano de su difunto esposo Héctor y adivino troyano. Con él, Andrómaca tuvo un hijo, Cestrino, y se estableció en el Epiro, donde Héleno había heredado tierras de su hermano Neoptólemo. En estas tierras, Andrómaca y Héleno gobernaron juntos, encontrando una forma de paz tras años de sufrimiento. Virgilio, en su obra Eneida, describe cómo la pareja vivió felizmente en el Epiro, una vida que marcó un final menos trágico para la heroína troyana que había sufrido tanto en la guerra y la posguerra.