En este momento estás viendo Héleno, hermano de Casandra y profeta divino

Héleno, hijo de los reyes Príamo y Hécuba de Troya, es ampliamente laureado tanto por su valentía como por su don profético. Hermano gemelo de Casandra, Héleno compartió con ella el poder de predecir el futuro, aunque su destino no fue menos trágico. A diferencia de Casandra, quien fue condenada a que nadie creyera sus visiones, Héleno desempeñó un papel más activo defendiendo su ciudad natal, luchando junto a su hermano Héctor.

En el campo de batalla, Héleno destacó por su valor y habilidades, pero también fue marcado por la pesada carga de su don profético. De hecho, muchos relatos sugieren que, al igual que su hermana, Héleno conocía el futuro de Troya: sabía que la ciudad caerían y que su destino estaba marcado por la tragedia. Con todo esto en mente, veamos a detalle la historia de Héleno en la mitología griega, y como este contribuyo en la caída de Troya.

Las visiones de una Troya en llamas

Desde su infancia, Héleno y su hermana Casandra fueron testigos de visiones sombrías sobre el futuro de Troya, gracias a la habilidad profética que el dios Apolo les otorgó al nacer. Aunque aún niños, ambos mostraron una gran capacidad para prever eventos futuros, lo que asustó a su familia. Héleno y Casandra, aterrados, corrieron hacia Príamo al ver que el nacimiento de Paris anunciaba una visión apocalíptica: Troya consumida por las llamas.

Al principio, Príamo no creyó a sus hijos, atribuyendo su comportamiento a la imaginación de unos niños. Sin embargo, ante la insistencia de ellos, decidieron buscar la confirmación en el templo de Apolo, donde la sacerdotisa, al ver la profunda verdad en sus palabras, les confirmó que ambos niños habían sido dotados por el dios con el don de la adivinación. La revelación dejó a Príamo sorprendido y aterrorizado por el poder profético de sus hijos.

De acuerdo con la profecía de Héleno y Casandra, Paris, el niño que acababa de nacer, sería el causante de la caída y destrucción de Troya. Príamo, temeroso del destino, no pudo matar a su hijo y decidió abandonarlo en el Monte Ida para intentar eludirlo. No obstante, el futuro estaba marcado, y las visiones de los hermanos, aunque ignoradas, se cumplirían trágicamente.

La vuelta de Paris como príncipe

Tras el regreso de Paris a Troya, Héleno, a diferencia de su hermana Casandra, fue una figura respetada y escuchada en la corte troyana. Si bien Casandra había sido rechazada, su hermano fue nombrado el supremo augur de la ciudad debido a la exactitud de sus profecías. El rey Príamo y los troyanos valoraron altamente su capacidad para prever el futuro, confiando en su juicio. Héleno no pudo prever la tragedia del regreso de Paris, quien, dado por muerto, su padre recibió y restauró como príncipe de Troya.

Durante la guerra de Troya, Héleno continuó desempeñando su rol como adivino, pero, al igual que muchos otros en la ciudad, no podía evitar la inevitabilidad del destino. Héleno fue herido en batalla por Menelao y capturado por Odiseo, pero por suerte su vida fue preservada, y regresó a Troya, donde seguiría siendo una pieza clave.

Héleno traiciona a los suyos

Tras la muerte de Paris, Helena quedó viuda y se vio envuelta en una disputa por su mano entre Deífobo y su hermano Héleno. No estaba claro si Héleno quería casarse con Helena o entregarla a los griegos como traición para salvar a Troya. Finalmente, Deífobo se impuso y se casó con Helena, pero Héleno, sintiendo un creciente resentimiento y abandono por su ciudad, decidió retirarse al monte Ida.

Pronto fue capturado por Odiseo, quien, al tenerlo a su merced, obtuvo información crucial. Héleno, sin lealtad a su patria, traicionó a los suyos y reveló tres augurios que hasta entonces habían protegido a Troya:

  1. La ciudad no caería sin los huesos de Pélope.
  2. Troya no sería tomada sin la participación de Neoptólemo, el hijo de Aquiles.
  3. La ciudad no podría ser conquistada mientras el Paladión, la estatua sagrada, permaneciera dentro de ella.

Con esta información, los griegos pudieron superar estos obstáculos, y el astuto plan del caballo de Troya se ejecutó, lo que llevó finalmente a la caída de la ciudad. A pesar de su traición, los griegos perdonaron a Héleno y, después de la destrucción de Troya, Neoptólemo lo entregó como esclavo. Posteriormente, se casó con Deidamía, madre de Neoptólemo, y fundó una ciudad en Molosia, donde pasó el resto de su vida.