Pocos nombres resuenan con tanta fuerza y valor en la mitología griega como el de Aquiles. Este guerrero, dotado de una valentía inigualable y una destreza en combate sin parangón, emerge como un ícono eterno de la heroicidad. Su historia, enmarcada en los versos épicos de la Ilíada, narra una travesía inolvidable en la épica Guerra de Troya, donde sus hazañas y su trágico destino han perdurado a lo largo de los siglos.
Nacido de una legendaria unión entre la diosa marina Tetis y el rey Peleo, Aquiles surgió como una promesa, su futuro tejido con profecías de grandeza y tragedia. Educado por el sabio centauro Quirón, su infancia floreció en habilidades sobrenaturales, forjando al más grande héroe de su era. De la misma forma, la Guerra de Troya, un conflicto que sacudió los cimientos del mundo antiguo, vio a Aquiles como un protagonista indiscutible.
Su valentía en el campo de batalla, su ira desmedida y su legendario talón, objeto de una única debilidad, forman los hilos de una narrativa trágica. De esta manera, el relato de la leyenda de Aquiles nos lleva a través de la gloria y la fatalidad, explorando el corazón mismo de la humanidad y la divinidad. Aquiles, el guerrero invencible, despierta admiración y reflexión, pues su historia es una ventana al conflicto eterno entre la fortaleza y la vulnerabilidad humana.
Leyenda y nacimiento de Aquiles
Hijo de la diosa marina Tetis y el rey Peleo, su concepción se enmarca en una historia de amor y ambición. La unión entre Tetis y Peleo fue profetizada por los dioses, aunque enfrentó obstáculos significativos. Tetis, una nereida con el don de la inmortalidad, fue deseada por muchos dioses, principalmente Zeus y Poseidón, pero un oráculo advirtió que su hijo superaría en grandeza a su padre, lo que alejo a ambos dioses. Peleo, rey de los mirmidones en Ftía, advertido sobre el destino que aguardaba a su hijo, logró conquistar a Tetis, principalmente gracias a la ayuda de Temis (Prometeo en algunas versiones).
- Según la leyenda descrita en el poema «Aquileida» de Estacio, Tetis, su madre, intentó hacer a Aquiles invulnerable sumergiéndolo en la laguna Estigia, confiando en que el contacto con sus aguas lo haría inmune a cualquier daño. Sin embargo, durante este proceso, el talón por el que lo sostenía quedó sin mojar, dejándolo vulnerable en ese punto.
- Otra versión sugiere que Tetis, para purificar a su hijo de su naturaleza mortal, lo sometió a un ritual de purificación en el que lo ungía con ambrosía y lo exponía al fuego para quemar sus partes mortales. Peleo, su padre, interrumpió este procedimiento, arrancando al niño de las manos de Tetis, resultando en que el talón de Aquiles quedase carbonizado.
Eso sí, es importante resaltar que estas narrativas no se encuentran en fuentes anteriores a Estacio, y contradicen la idea de la invulnerabilidad de Aquiles. Por ejemplo, en obras como la «Ilíada» de Homero, se mencionan heridas infligidas a Aquiles, lo que sugiere que no era completamente invulnerable. Así mismo, existen numerosas representaciones posteriores en vasijas y pinturas que muestran a Aquiles herido por flechas.
Educación por parte de Quirón
Luego del abandono de Tetis a su esposo, el Rey Peleo, este decidió encomendar la educación y crianza del pequeño Aquiles a su fiel amigo Quirón, una figura mitológica excepcional que era conocido por su sabiduría, destreza en las artes curativas y habilidades en la enseñanza de las artes bélicas y la caza. Así pues, durante su estancia en el monte Pelión, el centauro uso su vasto conocimiento y comprensión del mundo para impartirle lecciones en el arte de la guerra, el manejo de armas, la caza, la medicina y la música.
Bajo la tutela de Quirón, Aquiles cultivó habilidades excepcionales en el combate cuerpo a cuerpo, aprendió a manejar armas con destreza sin igual y perfeccionó sus habilidades de caza, convirtiéndose en un guerrero formidable y un cazador consumado. Quirón no solo se centró en las habilidades físicas de Aquiles, sino que también le transmitió conocimientos sobre la moral, la ética y la sabiduría, moldeando su carácter y dotándolo de la valentía y el honor que lo caracterizarían como un héroe legendario. La relación entre Aquiles y Quirón se forjó en lazos de respeto, confianza y profundo aprendizaje, dejando una huella indeleble en la vida y el carácter del futuro guerrero.
Historias anteriores del episodio de Esciro
En una historia previa a la Guerra de Troya en la vida de Aquiles, Aquileida, así como otros relatos posteriores a la Ilíada, presentan relatos variados y ricos en matices. Esta versión cuenta que Aquiles fue llevado a Esciro, un reino en la región de Tesalia, por su madre Tetis, con la intención de ocultarlo y protegerlo de la guerra inminente. Bajo el disfraz de una joven doncella llamada «Pirra», Aquiles se ocultó en la corte del rey Licomedes.
Allí, se dice que entabló relaciones, formó amistades y hasta una relación romántica con Deidamía, la hija del rey Licomedes, con quien tuvo a su único hijo Neoptólemo. Sin embargo, su estancia en Esciro se vio interrumpida por la llegada de Odiseo y otros embajadores que buscaban reclutar a Aquiles para la Guerra de Troya. Todo esto debido a una profecía de Calcas en la que dictaba que Odiseo no sería capaz de conquistar dicha ciudad sin la ayuda del héroe.
El episodio de Esciro muestra cómo Aquiles, oculto entre las mujeres de la corte, intentaba escapar del destino que le aguardaba como un gran guerrero. Se mantuvo estoico ante las provocaciones de Odiseo, quien arrojo riquezas en la corte rodeada por todas las doncellas, luego coloco un escudo y una lanza en el suelo, para finalmente hacer sonar una trompeta. En la mitología griega, el sonido de las trompetas o el clarín funcionaban a modo de alarma, vaticinando un conflicto muy próximo, lo que provoco que Aquiles se deshiciera rápidamente de su disfraz y revelase su identidad al tomar las armas para proteger a sus hermanas.
Papel en la guerra de Troya
En la «Ilíada», Aquiles es presentado como el más valiente y poderoso de los guerreros griegos, siendo el líder de los mirmidones, su fiero y leal ejército. Sin embargo, su participación en la guerra está marcada por su cólera y por el conflicto personal que tiene con Agamenón, el líder de los aqueos. Esta disputa resulta en la retirada de Aquiles del campo de batalla, privando a los griegos de su habilidad y ferocidad en la lucha.
La muerte de Patroclo, su amigo más cercano, lleva a Aquiles a un estado de furia y sed de venganza, regresando a la batalla equipado con nuevas armas forjadas por Hefesto. Su furia desatada resulta en un combate contra Héctor, el príncipe troyano, y que concluyo con este último siendo atravesado por la lanza de Aquiles en el cuello; su cuerpo sin vida fue atado a un carro y arrastrado por el campo de batalla durante 9 días.
Después de su victoria, Aquiles continuo batallando junto al ejército de los aqueos para conquistar Troya; primero en contra de las amazonas, cuya líder fue la reina Pentesilea que murió atravesada por una lanza en el pecho. Y luego, en oposición de los llamados «Etiopes», contra quienes Aquiles vivió una historia similar a la de Patroclo y Hector, reemplazando sus personajes por los de Antíloco y el Rey de Etiopia, Memnón, quien también era hijo de una diosa, en este caso Eos, la diosa de la aurora.
La muerte del legendario Aquiles
Ante las puertas de Troya, luego de sus numerosas batallas para conquistar la ciudad, Paris, ayudado por Apolo, dispara una flecha guiada por el dios hacia el único punto vulnerable de Aquiles: su talón; recordemos que su madre Tetis lo había sumergido en las aguas de la laguna Estigia, dejándolo invulnerable en todas partes excepto en ese sitio. De esta forma, Aquiles se desplomó en el suelo, incapaz de frenar el sangrado de su herida y cumpliendo así su trágico destino.
La muerte de Aquiles, el gran héroe griego, se convierte en un momento de gran tragedia y lamento. Su sacrificio y heroísmo quedan sellados en la memoria colectiva, y su muerte marca el fin de una era en la Guerra de Troya, dejando un legado de valentía, gloria y tragedia en la mitología griega. Luego de su muerte, sus huesos fueron mezclados con los de su gran amigo Patroclo, con quien compartió ritos funerarios; algunas versiones dicen que sus restos fueron trasladados a la isla de Leuce, donde se creó un túmulo en su honor.