En este momento estás viendo Calipso: La ninfa que gobernaba la Isla de Ogigia

Entre las legendarias criaturas marinas conocidas como «ninfas«, muy pocas despiertan tanto asombro y fascinación como Circe, la reina de la Isla de Eea. Su nombre, traducido como «la que oculta», evoca tanto su elusiva presencia como el velo de secretos que envuelve su morada. Según la épica Odisea de Homero, Calipso emergió como una fuerza poderosa al detener a Odiseo durante siete años en su reino insular, tejido con encantamientos y maravillas sin igual.

En la tranquila y remota Ogigia, los susurros del viento llevaban el eco de su dominio. Calipso, con su morada en esta isla olvidada por el tiempo, se erigía como la custodia de un reino insondable, donde la realidad se entrelazaba con la magia. De esta manera, su influencia, tejida con hechizos y una irresistible atracción, mantenía a los valientes marinos cautivos en su refugio, desafiando la voluntad y el destino de aquellos que se aventuraban cerca de sus costas. Con todo esto en mente, pasemos a conocer la historia detrás del personaje de Calipso en la mitología griega.

Genealogía de Calipso

Según algunos, Calipso es la hija de la titánide Atlas y la oceánide Pléyone, vinculando así su linaje a la estirpe de los poderosos titanes y las divinidades primordiales del cosmos. En la Odisea de Homero, se insinúa su relación con Odiseo, el astuto héroe griego, durante su tiempo en la isla de Ogigia; aquí se menciona su maternidad, atribuyéndole dos hijos: Nausítoo y Nausínoo.

Sin embargo, más allá de estos vástagos, otras leyendas y mitos divergen en cuanto a su descendencia. Algunos relatos tardíos insinúan una descendencia más amplia, incluyendo a Telégono, Telédamo e incluso a Ausón, a pesar de que otras fuentes atribuyen a Circe la maternidad de este último. Inclusive existen leyendas más tardías que incluso sugieren uniones con deidades como Hermes, dando origen a una especie notable como las tribus cefalenas.

Mito de la Titanomaquia

En resumidas cuentas, el mito de la Titanomaquia representa el conflicto épico entre los titanes, liderados por Cronos, y los dioses olímpicos, encabezados por Zeus, en una encarnizada lucha por el control del universo. Esta colosal batalla se desencadenó a raíz de la usurpación del poder por parte de los titanes, quienes derrocaron a sus progenitores, los titanes primigenios. En este choque, los olímpicos emergieron victoriosos, gracias en gran medida a la astucia de Zeus y la alianza con sus hermanos, Hades y Poseidón, así como el apoyo de los cíclopes y los Hecatónquiros, seres gigantescos de cien manos. Los titanes fueron derrocados y arrojados al Tártaro, una región de tormento en el inframundo, donde quedaron confinados bajo la guardia de los cíclopes.

El destino de Calipso, hija de Atlas, tras la derrota de los titanes, es un aspecto menos destacado en las narrativas mitológicas clásicas. Según algunas versiones, debido a su linaje, Calipso fue desterrada a la isla de Ogigia como un castigo impuesto por los dioses olímpicos. Se cuenta que cada milenio, los dioses enviaban a un héroe hacia su isla y que, inevitablemente, Calipso se enamoraba de él. Sin embargo, el destino inexorable obligaba a Calipso a renunciar a su amado, dejándolo marchar.

Relación con Odiseo durante sus viajes

Cuando el infortunado Odiseo, después de naufragar su barco, llegó a la exquisita isla de Ogigia, Calipso lo acogió en su cueva, brindándole hospitalidad con manjares, bebida y su propio lecho. Este hospedaje se extendió por un periodo divergente en las leyendas: siete años según Homero, cinco en la Biblioteca mitológica y uno según algunas versiones.

En este encierro, Calipso buscó hacer olvidar a Odiseo su vida pasada, ofreciéndole inmortalidad y juventud eterna si se quedaba con ella. Sin embargo, el héroe, añorando a Penélope, su esposa, ansiaba regresar a Ítaca. La intervención de Atenea ante Zeus llevó al dios a enviar a Hermes como mensajero, ordenando a Calipso liberar a Odiseo. A regañadientes, Calipso ayudó a Odiseo a construir una balsa con provisiones para su viaje.

Aunque partió, dejando atrás a Calipso, la leyenda no ofrece un final dichoso para ella. Algunas versiones difieren sobre su destino; unas sugieren su prolongada espera anhelante en la playa, esperando el retorno de Odiseo, mientras otras apuntan a que cayó en la desesperación, acabando con su propia vida. Por otro lado, existe una versión paralela en el mito de Gilgamesh y Siduri, donde resaltan el tema común de la mujer solitaria que guía al héroe errante hacia un destino más allá del mar.

Representación de Calipso y el significado de su historia

Calipso, en la vasta narrativa de la mitología griega, se alza como un símbolo emblemático de la tentación y el desvío del camino marcado. Su historia con Odiseo trasciende la mera seducción, sirviendo como una reflexión sobre la importancia del hogar y la necesidad de mantener los lazos familiares. De esta manera, representa la desconexión entre el deseo mundano y los lazos arraigados en la vida cotidiana, subrayando la nostalgia y el anhelo de regresar al hogar y a la familia.

Por otra parte, en representaciones artísticas, Calipso se muestra como una mujer exquisita y seductora, ataviada con ropajes lujosos y ornada con joyas, enfatizando su magnetismo y encanto. Algunas representaciones la dotan de alas, simbolizando su dominio sobre los vientos, mientras que en otras aparece con una lira, ícono de su afinidad por la música y la poesía.