En este momento estás viendo Endimión: Pastor de Caria y amante de Selene

En la sinfonía de mitos que pueblan la gran colección de la mitología griega, la historia de Endimión destaca como una buena referencia de lo que significa el amor entre un mortal y una verdadera diosa. Endimión, pastor de Caria, emerge de las páginas del tiempo como un símbolo de la belleza y la inmortalidad, entrelazando su destino con la enigmática y celestial Selene, la diosa de la luna.

Esta historia, arrullada por las noches estrelladas y acunada por la luz plateada de la luna, narra la relación prohibida entre un simple pastor y la radiante deidad lunar. La leyenda se despliega con la fascinante narrativa de un amor tan puro como imposible: el enamoramiento de Selene por Endimión, un joven de belleza extraordinaria cuya existencia quedó entrelazada con el manto nocturno que ella misma tejía. Dicho esto, conozcamos todo lo relacionado con esta odisea de pasión y destino, en el que las estrellas se convierten en testigos silenciosos de un amor que desafía los límites del tiempo.

Familia y relaciones de Endimión

Algunas fuentes señalan a Aetlio o Etlio y Cálice como sus progenitores, conectando sus lazos a la estirpe eolia de Tesalia. Mientras tanto, otras versiones arrojan a Zeus como su padre, vinculándolo con Fenisa, hija de Alfión, o incluso presentan a Aetno como el padre del legendario pastor. El laberinto genealógico de Endimión se expande al oscilar entre varias figuras femeninas que posiblemente ocuparon su corazón y le dieron descendencia.

Las ramificaciones de su parentesco se tejen con nombres como Neis, Asterodia, Cromia o Hiperipe, llevando a una descendencia que incluye a Etolo, Peón, Epeo, y una misteriosa hija llamada Eurícida o Eurípile. Indirectamente, a Endimión se le atribuye ser el creador de los Juegos Olímpicos, ya que sometió a todos sus hijos a una carrera de velocidad en Olimpia para determinar quién se quedaría con el trono de Élide; el vencedor fue Epeo.

Encuentro con la diosa lunar Selene

El relato se ve embriagado de amor cuando Selene, deslumbrada por la serenidad y la gracia de Endimión, se rinde ante la exquisita figura del pastor. Conmovida por su belleza, la diosa se entrega en cuerpo y alma, uniéndose a él en un vínculo celestial. Tiempo después, Zeus, soberano del Olimpo, le concedió al joven Endimión un deseo libre de cualquier regla, dando como resultado la petición de dormir por siempre para así mantenerse joven e inmortal.

No obstante, la versión menos conocida de Hesíodo dice que en su lugar, Endimión pidió la oportunidad de elegir el momento de su muerte, para que así nunca experimentase la vejez. Sea como sea, a partir de este punto la leyenda se diversifica en varios relatos: desde las cincuenta hijas, las Menai, fruto de la unión con Selene, hasta las diferentes versiones que narran su destino al ser engañado por Zeus y enviado a las profundidades del Hades.

La muerte de Endimión

En la versión legendaria de Hesíodo, se sugiere que tras años compartiendo la eternidad junto a Selene, Endimión habría decidido poner fin a su inmortalidad. Los detalles de su fallecimiento permanecen en la penumbra de la mitología, ausentes de registros o relatos que detallen su partida. No obstante, la existencia de lugares funerarios en su nombre crea un contrapunto intrigante entre dos localidades: Elea y Heraclea de Caria.

Los eleos, habitantes de Elea, preservan la memoria de Endimión con un sepulcro situado en el estadio de Olimpia, marcando el punto de partida de los corredores, como un tributo a su legado y su vínculo con los Juegos Olímpicos. Por otro lado, los relatos de Heraclea de Caria narran la presencia de un santuario consagrado a Endimión en el monte Latmo, cerca de Mileto.