En este momento estás viendo Deucalión: El hombre que repobló el mundo

En la travesía mitológica, Deucalión y su esposa Pirra encarnan la resistencia ante la furia de los dioses, marcando un episodio trascendental en la mitología griega. La historia se despliega en el trasfondo de una cólera divina que desencadenó un diluvio catastrófico destinado a borrar la humanidad. Sin embargo, Deucalión, guiado por su ingenio y la intervención divina, emerge como el héroe supremo, desafiando las adversidades para repoblar el mundo desolado.

A través de su conexión con los dioses y su coraje inquebrantable, Deucalión supo convertirse en un faro de esperanza para un mundo sumido en el caos. Este relato, imbuido de simbolismo y resiliencia, trasciende el tiempo, recordándonos la capacidad del hombre para enfrentar la destrucción y forjar un nuevo comienzo, una metáfora atemporal que resuena en el alma de nuestra humanidad.

Genealogía de Deucalión

Hijo de Prometeo, el titán que desafió a los dioses para brindar el fuego divino a la humanidad, Deucalión es el heredero de un linaje marcado por la rebeldía y la conexión con la esencia misma de la creación. Sin embargo, la identidad de su madre se desdibuja entre las variantes mitológicas. Clímene, Prinea, o incluso Pandora, la primera mujer según algunos relatos, se postulan como las posibles opciones ocupar ese puesto.

En su reinado de las regiones cercanas a Ftía, Deucalión encuentra compañía en Pirra, una mujer cuya historia se conecta con Epimeteo y Pandora; algunas versiones que sugieren que Dodona, la epónima, fue su esposa en lugar de Pirra. Incluso se insinúa que Deucalión podría haber tomado dos esposas, Pirra y Pandora, esta última inicialmente destinada a Epimeteo, cabe destacar que esta teoría es la menos respaldada.

La leyenda al final de la Edad de Bronce

Zeus, el soberano del Olimpo, decidió poner fin a la Edad de Bronce y forjar un nuevo comienzo sumergiendo la Hélade bajo las aguas de un diluvio devastador. Deucalión, descendiente de los dioses y aconsejado por el astuto Prometeo, fue uno de los pocos que se preparó para sobrevivir a la catástrofe. Empleando la sabiduría divina, construyo un arca, más un cofre en algunas versiones, y se embarcó junto a su esposa Pirra. En este contexto, es evidente que el relato es paralelo al de otras tradiciones mitológicas, como el relato bíblico de Noé o la historia de Utnapishtin en el Poema de Gilgamesh.

El diluvio, desencadenado por Zeus, inundo la tierra, sumiendo a la mayoría de la humanidad en la aniquilación, salvo unos pocos que hallan refugio en las cumbres montañosas. La narrativa mitológica no consensúa el lugar de llegada del arca, especulando sobre el monte Parnaso, el Etna de Sicilia, el Atos o el Otris de Tesalia. Sea como sea, tras nueve días de navegar, Deucalión y Pirra, comenzaron a descender de las alturas montañosas, encontrando así el Oráculo de Delfos intacto, al que proceden a entrar para pedir guía a los dioses.

El plan para repoblar a la tierra

La respuesta del oráculo se presentó de manera enigmática: debían arrojar los huesos de su madre por encima de sus hombros. Inicialmente desconcertados, Deucalión y Pirra reflexionaron sobre el enigma hasta que, finalmente, comprendieron que «su madre» no era otra que Gaia, la Tierra misma. Los «huesos» simbolizaban las rocas, y así, con la fe y la obediencia a la voluntad divina, arrojaron las piedras por encima de sus hombros.

Cada piedra lanzada se transformó en un nuevo ser humano, marcando el renacimiento de la humanidad. Este acto simbólico conectaba indivisiblemente a la nueva generación con la tierra que habitaban, promoviendo un respeto profundo por la naturaleza y una comprensión espiritual de su origen. De esta manera, la descendencia de estas piedras se enorgulleció de proclamar su linaje, recordando el milagro que los vio nacer y la capacidad de la humanidad para renacer, adaptarse y evolucionar tras las adversidades.

Descendencia con Pirra y fallecimiento

Según la narrativa de Apolodoro, Deucalión y Pirra fueron bendecidos con tres hijos directos: Helén, Protogenea y Anfictión. Sin embargo, la paternidad de Helén es objeto de disputa, ya que algunos afirman que es hijo de Zeus, mientras que Anfictión se considera por algunos como un autóctono. La tradición hesiódica aporta una perspectiva diferente, presentando a las Deucálides como Protogenea, Pandora y Tuya, todas ellas vinculadas amorosamente con Zeus, al igual que su madre en tiempos anteriores. Se mencionan otros posibles hijos en diversas fuentes, como Oresteo, Maratonio, Prónoo, Melanto, Candibo e incluso Pagano.

La residencia principal de Deucalión y Pirra fue la ciudad locria de Cino, y se dice que la tumba de Pirra se encuentra allí. Después, Deucalión se trasladó a Atenas, donde, según la leyenda, construyó un primitivo santuario de Zeus Olímpico, cerca del cual se erigió su tumba. En Atenas, una sima que se creía haber absorbido todas las aguas del diluvio se convirtió en el escenario de ofrendas anuales, consistiendo en harina de trigo mezclada con miel.

Tras la muerte de Deucalión, sus dos hijos, Anfictión y Helén, ascendieron al trono. Anfictión permaneció en Tesalia y, al enterarse de una inminente invasión de los tracios, convocó a líderes de diferentes estados a una asamblea en un lugar estratégico de la región. Este era conocido como Termópilas o Puertas Calientes, donde las montañas se acercaban tanto al mar que solo había un estrecho paso entre ellas.