Como hija de Zeus, la presencia de Ilitía se entreteje en los momentos cumbre de la existencia: el nacimiento de cada ser. En las grutas de Amnisos, Creta, su divinidad se entrelaza con el advenimiento anual del infante divino, nutriendo su vinculación con Enesidaon, la faceta ctónica de Poseidón, agitador de la tierra. Conocida también como Eleuto o Eleusinia, despliega su influencia más allá de la simpleza de un nombre.
Su culto reverbera en las ceremonias en Eleusis, un misterio que yace entre la transición de la vida y la oscuridad de lo desconocido. En su esencia, encarna la conexión sutil entre la madre y el recién nacido, entre el dolor y la esperanza, entre el misterio de la gestación y el milagro del alumbramiento. Así pues, en este artículo, exploraremos la magnificencia de esta deidad que preside los momentos más cruciales en la historia de la humanidad: el nacimiento.
Origen y apariencia de Ilitía
Según varias fuentes clásicas, como Hesíodo en su Teogonía, Ilitía es descrita como hija de Zeus y Hera, hermana de Ares y Hebe. Esta narrativa es respaldada por Apolodoro y Diodoro Sículo, estableciendo su linaje divino dentro del panteón olímpico. Sin embargo, la interpretación de Ilitía no es uniforme en todas las fuentes. Pausanias menciona a Olén, un antiguo poeta licio, quien la describe como «la hábil giradora», vinculándola con el destino y ubicándola como una deidad más antigua que incluso Crono.
Píndaro, meticuloso en sus descripciones, la presenta como «Diosa de los nacimientos», criada junto a las Moiras, resaltando su conexión con el trono de las profundas Moiras y estableciéndola como hija de Hera, una visión que enfatiza su papel en el destino y el control de los eventos de la vida. Sea como sea, su función principal radica en presidir los nacimientos, tanto de humanos como de dioses. Homero la menciona como aquella que provoca los dolores de parto que sufren las mujeres, y Heródoto relata cómo su presencia física era requerida para facilitar los nacimientos, como se narra en la historia de Hipéroca y Laódice, quienes viajaron a Delos en busca de su ayuda.
Por otro lado, las representaciones iconográficas de Ilitía son diversas: desde una matrona con una copa y una lanza hasta la imagen de ella sentada, sosteniendo un niño recién nacido y una flor. Estas representaciones podrían reflejar su doble naturaleza como la protectora del parto y, al mismo tiempo, como una figura que podría intervenir con dureza en los destinos humanos según su voluntad divina.
Participación en los mitos de Leto y Adonis
La participación de Ilitía en los mitos de Leto y Adonis revela su relevancia como diosa del parto y protectora de las gestaciones, a menudo interviniendo en situaciones cruciales durante los nacimientos de divinidades o figuras mitológicas. En el relato de Leto, su embarazo con los gemelos Apolo y Artemisa se vio amenazado por la furia de Hera, quien prohibió que Leto diera a luz en tierra firme, impidiendo el socorro de Ilitía; Hera incluso envió a la serpiente Pitón para asesinar a Leto durante el parto.
Sin embargo, Zeus intervino y envió al viento Bóreas para trasladar a Leto a la isla flotante de Ortigia. Allí, Poseidón cubrió el lugar con olas, y aunque no era tierra firme ni una isla convencional, permitió el nacimiento de los gemelos. Los demás dioses presentes en el parto solicitaron a Iris que llevara a Ilitía, y una vez que ella puso un pie en la isla, Leto dio a luz a sus hijos, Artemisa y Apolo, con la ayuda inmediata de Artemisa para ayudar a su hermano a nacer.
Por otra parte, en el mito de Mirra, una tragedia desencadenada por la furia de Afrodita hacia la arrogancia de la madre de Mirra, lleva a la joven a cometer incesto con su padre. Cuando Tías, su padre, descubre el engaño, persigue a Mirra con un cuchillo. Para protegerla, Afrodita transforma a Mirra en un árbol de mirra. Sin embargo, la diosa, con compasión por la joven, permite que dé a luz a su hijo Adonis desde el árbol.
El nacimiento de Hércules
Cuando Alcmena, madre de Hércules, estaba a punto de dar a luz al hijo de Zeus, Hera, determinada a obstaculizar el nacimiento, ordenó a Ilitía, la diosa del parto, que se colocara fuera de la habitación de Alcmena y bloqueara el parto cruzando brazos y piernas. Hera buscaba retrasar el nacimiento de Hércules para garantizar que Euristeo, otro descendiente de Perseo, tuviera el estatus de rey en Micenas en lugar de Hércules, quien también era descendiente de Perseo y se profetizaba que sería rey.
Sin embargo, la astucia entró en juego cuando una sirvienta, Galantis, engañó a Ilitía al informarle falsamente que el bebé ya había nacido. Sorprendida, Ilitía descruzó las piernas y los brazos, permitiendo finalmente que Hércules naciera. Enfurecida por el engaño, Ilitía castigó a Galantis transformándola en una comadreja, la cual luego sería adoptada por Hécate como un animal sagrado. Pese a su «victoria» Hera fue obligada por Zeus a prometer que si Hércules completaba los doce trabajos de Euristeo, este sería reconocido como un dios.
Adoración de Ilitía en la Antigua Grecia
En el Ática, se menciona un santuario de Ilitía en la Descripción de Grecia de Pausanias, mientras que en Delos, los delianos ofrecían sacrificios y cantaban himnos en su honor. En Corinto, se hallaba un santuario cerca de la Puerta de Tenea, y otro fue fundado por Helena de Esparta, según la leyenda, después de dar a luz un hijo en Argos. A su vez, en Mesenia, había un santuario dedicado a Ilitía, mientras que en Arcadia, en la ciudad de Clítor, múltiples santuarios eran dedicados a ella, siendo uno de los más distinguidos.
También podemos mencionar la localidad de Eleia (Élide), donde se rendía culto a Ilitía junto con Sosípolis, y Laconia (Esparta), un santuario fue erigido por orden del Oráculo de Delfos. En la ciudad arcadia de Tegea, se encontraba un templo con una estatua de Ilitía, recordando la historia de Auge que dio a luz de rodillas. Finalmente, en la región de Élide, en particular, se veneraba a Ilitía junto con el «salvador de la ciudad» Sosípolis, con un altar en el santuario donde se rendían homenajes y se cantaban himnos.
La cueva de Ilitía cerca de Amniso, en Creta, era considerada su lugar de nacimiento, y se adoraba a la diosa probablemente desde la época minoica-micénica. En la época clásica, tenía altares en varias ciudades cretenses como Lato y Eleuterna, y Pausanias menciona su presencia en Olimpia, donde se veneraba junto con el «salvador-serpiente» de la ciudad. Además, en los altares griegos, se presentaban figurillas votivas de terracota que representaban a una niñera inmortal que cuidaba de los infantes divinos, posiblemente relacionada con Ilitía.