Desde su primera aparición en los mitos y leyendas de la mitología griega, Leto se mostró como una figura bastante ausente en los acontecimientos importantes que rodearon a su panteón. No obstante, a pesar de no tener relevancia en comparación con los dioses más conocidos como Zeus, Hades o Morfeo, su historia y su papel son esenciales para comprender la complejidad del Olimpo. Leto, conocida como la madre de los dioses gemelos Apolo y Artemisa, personifica la maternidad divina y la resiliencia en medio de las adversidades, aunque también es calificada como una diosa de la noche.
La historia de Leto está marcada por su relación con Zeus, el rey de los dioses, lo que la llevó a enfrentar la furia y el resentimiento de Hera, la esposa de Zeus. La persecución de Hera hacia Leto durante su embarazo es un relato épico de obstáculos y triunfos, que culminó en el nacimiento de Apolo y Artemisa en lugares sagrados y significativos. También está asociada con la virtud de la modestia, a pesar de su importancia como madre de dos dioses olímpicos de gran renombre. Su culto en la antigua Grecia y su presencia en la literatura y el arte atestiguan su relevancia duradera. Dicho esto, conozcamos todos los detalles más importantes sobre Leto dentro del panteón griego.
Origen y problemas con los dioses olímpicos
La historia de Leto, aunque empieza con la promesa del amor de Zeus, se complica rápidamente debido a la furia de Hera, la esposa del rey de los dioses. Leto era una de las Titanes, la generación anterior de deidades que reinaba antes de los dioses olímpicos; hija de los titanes Febe (Foebe) y Ceo. Se la describe como una deidad asociada con la luz y la claridad, lo que la hace una figura afín a Febe, que es la personificación de la luna y la inteligencia. Su unión con Zeus, quien la eligió como amante, fue un giro clave en la mitología griega y desencadenó una serie de problemas.
Hera, conocida por su celo y venganza implacable, descargó su ira sobre Leto. La diosa del matrimonio no podía soportar la idea de que Zeus tuviera descendencia con Leto. Hera persiguió a Leto, haciendo que ningún lugar en la tierra permitiera a la titánide dar a luz a sus hijos, finalmente, encontró un refugio en la isla flotante de Ortigia (Asteria, su hermana gemela), que hasta entonces había sido una isla errante. Allí, en un acto de solidaridad, la isla se detuvo y se volvió estable para dar a luz a los gemelos, Apolo y Artemisa.
Nacimiento de los gemelos Artemista y Apolo
Junto a la constante persecución de Hera se sumió una oleada de tristeza y compasión por parte de los dioses olímpicos ante la impotencia de no poder ayudar a Leto; inclusive Ilitia (la diosa de los partos) fue obligada a no asistir a la pobre titanide. Luego de 9 días de retraso, el constante dolor y las súplicas de Leto conmovieron a los dioses, quienes le dieron la fuerza necesaria para dar a luz a Artemisa para que, acto seguido, esta ayudase en el nacimiento de su gemelo Apolo.
Fue así como la isla de Ortigia cambio su nombre a «Delos» y se plantó en el medio del mar con cuatro columnas de piedra gigantescas. Aun así, Hera no ceso en su intento de acabar con la vida de Hera y envió a la serpiente gigante Pitón para que la asesinase. Para su suerte, Apolo demostró su superioridad como uno de los dioses más importantes en el panteón griego, liquidando a la serpiente con una lluvia de flechas.
El desprecio hacia Leto por parte de los dioses (especialmente Hera) continuo, sin embargo, sus hijos se encargaron de defenderla fielmente de todos y cada uno de los intentos por denigrarla o hacerle algún tipo de daño físico. Por ejemplo, la reina Níobe fue obligada a ver morir a 13 de sus 14 hijos gracias a las flechas de Apolo y Artemisa, específicamente debido a las burlas que constantemente hacía sobre la descendencia tan reducida que Leto poseía.
Veneración a la figura de Leto
Leto era especialmente venerada en la isla de Delos, donde dio a luz a sus gemelos, Apolo y Artemisa. Este lugar se convirtió en un epicentro de adoración, y los habitantes de Delos consideraban el nacimiento de los gemelos como un evento sagrado. Construyeron templos y santuarios en su honor, y el santuario de Apolo en Delos se destacaba como un importante sitio religioso y cultural en la antigua Grecia.
Aunque Leto no tenía festivales exclusivos dedicados a ella, su presencia estaba fuertemente ligada a las celebraciones relacionadas con Apolo y Artemisa, como los Juegos Píticos. Además, en algunas regiones de Grecia, se le asociaba con otras diosas, como Deméter y Ártemis, en un fenómeno conocido como sincretismo religioso; lo que se refiere a una combinación de conceptos mágicos y tradiciones de estas deidades.
Influencia de Leto en el arte y la literatura
En el arte antiguo, especialmente en la escultura y la cerámica griega, Leto se representaba ocasionalmente junto a sus hijos Apolo y Artemisa. Estas representaciones a menudo destacaban el tema de la maternidad y la relación entre madre e hijos divinos. Un ejemplo notable es la escultura conocida como «Leto y sus hijos», que se encuentra en el Museo del Louvre en París. Esta obra maestra muestra a Leto mientras deja reposar a sus gemelos en su regazo, reflejando la belleza y la delicadeza de la maternidad divina. Sumado a esto, podemos mencionar al artista Botticelli, quien pintó «La Anunciación», una obra en la que se puede ver a Leto y sus hijos como figuras alegóricas en un contexto cristiano, lo que muestra la adaptación de la mitología griega en el arte renacentista.
Por otra parte, en la literatura y en la poesía épica, especialmente en las obras de Homero y Hesíodo, Leto es mencionada en los catálogos de dioses y genealogías, lo que la conecta con la rica tradición mitológica griega. Aunque su papel en las epopeyas no es tan prominente como el de otros dioses, su mención contribuye a la cohesión del panteón griego. Como ejemplo podemos mencionar la «Ilíada» de Homero, en la que se alude a Leto cuando Apolo interviene en la guerra de Troya en defensa de su madre. En la era moderna podemos tomar a Daphne du Maurier y a su novela «Rebecca», la cual utiliza elementos de la mitología griega, incluida la figura de Leto, como fuentes de inspiración para sus obras.